Esta palma es la más ampliamente distribuida y la más abundante de las especies colombianas de Attalea. Con más de 36 usos documentados en el país esta especie resulta extraordinariamente útil.
Entre otros usos se destaca el de sus hojas que sirven como techado en vastas áreas a lo largo del Río Guaviare. También en los alrededores de Honda y Melgar se tumban estas palmas para obtener la savia y fermentarla, para luego ser vendida como vino de palma.
En distintas zonas del país obtiene nombres comunes como corozo de marrano, palma de cuesco o palma de vino.