Hoy se piensa a Medellín más allá del mito del paisa pujante, una raza especial de
amantes del dinero, caracterizados por su tenacidad para el trabajo y sus excelentes aptitudes para los negocios, que no se arruga frente a nada; los habitantes de la tacita de plata o de la ciudad de la eterna primavera. La Medellín del siglo XXI es una ciudad dinámica, en constante construcción y reconstrucción, que se actualiza según las necesidades de un mundo cada vez más globalizado y homogéneo. Las décadas del 50 y el 60 fueron fundamentales para que la ciudad pasara de ser un pueblo grande a una ciudad chica, donde la lucha entre la tradición y la modernidad ha estado siempre dominada por la ideología de los privilegiados; una ideología que va de la mano del mito de la existencia de una raza antioqueña. A 200 años de la independencia de Colombia, Medellín se reinventa día a día construyendo sobre lo que derrumba; en una lucha constante donde al mismo tiempo conviven, casi sin tocarse, la metrópoli del futuro con la ciudad del pasado.