En El país del Sagrado Corazón se habla de la enorme incidencia de la religión católica en nuestra historia. Está claro que durante las guerras de la independencia muchos curas fueron clave, y luego de independizados, muchas advocaciones religiosas, marianas sobre todo, como la de Chiquinquirá, la del Carmen y la de Fátima fueron utilizadas caprichosamente por líderes políticos y por los mismos jerarcas de la iglesia para asegurarse el favor del pueblo.
Así pues, este capítulo describe cómo a lo largo de nuestra historia hemos sido católicos realistas o patriotas durante la independencia; liberales o conservadores una vez se consolidó la república, y ya en los años sesenta del siglo XX, tradicionales o subversivos, debido al apogeo de la teología de la liberación, pero en todo caso, católicos a la colombiana, al fin y al cabo por muchas décadas fuimos el país del Sagrado Corazón.