En un pueblo de Colombia llamado Riosucio cada dos años se celebra un carnaval en donde la figura central es el diablo.
En una paradoja solo aparente, la fiesta se abre con la evocación un duelo. Es el tributo a los matachines difuntos, es decir a los sacerdotes y hechiceros del carnaval que oficiaron los misterios de la fiesta en el pasado.
En tiempos de carnaval la frontera entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos se hace más porosa, más permeable…