Al graduarse del colegio en la isla de San Andrés, Carlos no pensaba estudiar y estaba convencido que quizás lo mejor sería jugar futbol profesionalmente o tomarse por lo menos un año antes de tomar alguna decisión. Sin embargo, gracias al consejo de una profesora, aceptó presentarse a la sede Caribe de la Universidad Nacional donde fue aceptado con uno de los mejores puntajes. Este semestre ha empezado su ciclo profesional en la sede Bogotá, convencido que la universidad le ha abierto un mundo más amplio del que había imaginado, y que un mejor futuro para él será un mejor futuro para su región.