La cotidianidad hace que algunas  veces no percibamos los cambios que se han dado con los años, y aunque  nuestros hogares todavía  no están llenos de robots humanoides, los progresos de la tecnología son evidentes. Estos adelantos tecnológicos, contrastan  con el  atraso social de algunas de nuestras comunidades y contrastan  aun mas con las imágenes de ciudades más desarrolladas en el resto del mundo. En ellas, los procesos robotizados son una realidad.  y aunque un robot de apariencia humanoide todavía no cuida a los hijos de estos ciudadanos;  esto no tardará demasiado en suceder.

Es un principio que se manifiesta en todos los fenómenos de la vida… buscar el menor gasto de energía. Los procesos industriales se imaginan  como una máquina que produzca la misma energía que consume… y que además le sobre energía para convertirla en ganancias económicas…y toda esta utopía está muy relacionada con el desarrollo del combustible ideal que mueva estas maquinas. Un combustible que produzca  más energía de la que se consume para producirlo.

La creciente globalización  del mundo,  impuesta en gran medida  por los medios de comunicación,  ha llevado  a que se impongan costumbres y gustos alrededor del planeta. Cada día,  las diferentes culturas  consumen valores  y productos que poco tiene  que ver con sus costumbres y tradiciones. Sin embargo, las culturas populares, reactivando sus tradiciones, se resisten a ser masificadas por la globalización.

Aunque la rigidez de los miembros, los problemas de estabilidad, el temblor involuntario y la dificultad para moverse y desplazarse podrían considerarse una consecuencia natural del envejecimiento, estos fenómenos no se presentan sólo por haber alcanzado una edad avanzada. Muchas veces son producto de un mal que afecta en nuestro país a dos de cada mil habitantes de cualquier edad y a cuatro de cada mil habitantes mayores de sesenta años, y cuya simple mención nos hace temblar de pavor: la enfermedad de Parkinson. Hoy en día, sin embargo, en el corazón del viejo Caldas, científicos colombianos desarrollan un tratamiento que podría dejar nuestros temores sin fundamento.